Estimados asociados,
En respuesta al artículo publicado por Visión y Vida en la que se ponía en tela de juicio la labor que hacemos desde los CRC’s, publicamos la respuesta por parte de nuestro compañero Dr. Enrique Mirabet Lis, Coordinador de Nuevas Tecnlogías y Publicaciones de la Sociedad Española de Medicna del Tráfico (SEMT).

El juicio, el criterio o simplemente la opinión sobre una materia cuando se trata de un tema de salud y más cuando se incluye en el ámbito de la seguridad vial, debe ir acompañado de un base con la suficiente evidencia científica que ofrezca la confianza para poner en marcha aquellas propuestas que se recomiendan o sugieren.

Hace unos años (2011), el RACC, creo que en colaboración con Visión y Vida, y posteriormente en el 2017 el estudio “estado de la salud visual de los conductores en España, 2017”. En ellos llegaban a la conclusión de que el reconocimiento visual de conductores es poco riguroso y poco exhaustivo. Entendemos que algún experto considere que debe ser más exhaustivo, es decir que conozcamos más cosas de la visión de los conductores, correcto. Pero más riguroso, ¿Por qué?, en que se basa, no hay ninguna evidencia científica que demuestre que siendo más riguroso la sociedad se beneficie, pues al final es el riesgo frente al interés social de la movilidad. Pero, entiendo que para un profano, por su desinformación es más fácil incurrir en juicios de valor sin base científica.

En aquellas ocasiones, no respondimos en ningún foro de discusión, grave error, pues trascurridos 7 años, volvemos a ver como una campaña de prevención menosprecia el trabajo de unos profesionales (médicos y psicólogos de CRC) sin basarse en la menor evidencia científica. Por eso, les rogaríamos a los responsables de Visión y Vida que nos ofrezcan la posibilidad de conocer esa evidencia que utilizan para desmerecer el trabajo de los CRC. Es más, nos cuesta entender que un estudio de salud vial, no haya contado con la colaboración de los profesionales que intervienen en la evaluación, ya sea a través de las Asociaciones de CRC (ASCREME, ASECEMP), ni tan siquiera de la Sociedad de Medicina de Tráfico (SEMT).

Para que nuestras consideraciones no sean un juicio de valor, expondremos algunos de los criterios que permiten a los CRC realizar una intervención preventiva eficaz, aunque no todo lo que deseáramos, pero como muy bien decía el Dr Gonzalez Luque “el estado de salud, como factor accidentogénico, se caracteriza por la dificultad que entraña su valoración y estudio como factor de riesgo”. Por eso, debemos ser muy prudentes a la hora de realizar afirmaciones en este ámbito.

En los CRC, como esperamos ustedes conozcan, basamos la intervención preventiva en modelos fundamentados en la educación para la salud (EPS) que no solo van dirigidos a la prevención sino también a promover modos de vida saludables. Sin duda, dada la complejidad de la causalidad de los accidentes de tráfico (AT) debe ser contemplada desde una perspectiva multidisciplinar, en la que casi todas las áreas sociales tienen cabida. Pero, donde los profesionales de la salud y en concreto los profesionales de los CRC jugamos un papel fundamental. Nuestra intervención se encuadra en el modelo descrito por Haddon y que no dudamos conocerán. Nuestro mayor peso específico se centra en la fase de precolisión y el factor humano, donde hemos considerado que el clásico modelo de Morris que marca la estrategia de intervención en enfermedades crónicas no transmisibles podría ser eficaz.

La valoración, en este caso de la capacidad visual se basa en el Anexo IV del Reglamento General de Conductores y en el Protocolo de Exploración Médico-Psicológica para CRC. El primero es una transposición de la Directiva Europea referida al permiso único comunitario y la segunda sería el equivalente de las guías de recomendaciones para profesionales de la salud. Por tanto, el CRC realiza una intervención preventiva a través del consejo sanitario vial y una evaluación de capacidades que lleva a la emisión de un informe de aptitud, basado y siguiendo los criterios del Anexo IV del Reglamento de Conductores.

Una vez expuesto, brevemente, el funcionamiento del equipo evaluador de un CRC, le pediría a D Salvador Alsina, Presidente de Visión y Vida que justifique con evidencia científica la afirmación siguiente “Todos somos conscientes de la laxitud de las pruebas a las que nos someten para autorizarnos en la renovación de nuestro permiso de conducción”. Igualmente, le pediría a la Asociación DIA de Accidentes de Tráfico y Fundtrafic, que nos facilitaran los estudios científicos que ofrecen los datos que indican que “Actualmente conducen en nuestras carreteras 7 millones de personas que tienen, como mínimo, un problema visual que afecta a su conducción. De ellos, uno de cada cuatro se pone al volante con una visión binocular inferior que la exigida por ley y, además, 700.000 conductores no deberían conducir debido a su mala visión.” Y por último, creo que debemos pedir los estudios que les permiten afirmar “…todos los aspectos visuales que inciden de manera directa en la conducción y que raramente se revisan a la hora de obtener o renovar la licencia de conducción.”

Entiendo, que cuando se vierten afirmaciones de esta gravedad y trascendencia dispondrá, quien las haga, de la suficiente base científica para crear semejante alarma en el sistema de salud al decir que el 27% de los conductores tienen problemas visuales que afectan a la conducción (no olvidemos que no debemos confundir salud ocular con capacidad visual para la conducción) y que 700.000 no deberían conducir. Igualmente, me extraña que el Ministerio del Interior y el Ministerio de Sanidad no creen una comisión de urgencia ante semejante problema de salud pública.

Llama la atención, al revisar la bibliografía, que los grupos de expertos en visión y conducción de la UE, las Guías de Recomendaciones de otros estados no comunitarios y la mayoría de publicaciones científicas, podríamos resumir que llegan a la conclusión de “dada la complejidad y el carácter multifactorial de los accidentes de tráfico, es preciso seguir investigando para conocer la participación de condiciones de visión y más aún para establecer puntos de corte”. Pero, como decíamos, llama la atención la facilidad con la que ustedes afirman cuantos conductores presentan riesgo, cuantos no deben conducir, etc. por lo que es prioritario que esa información la trasmitan a los grupos de expertos y de esa manera puedan aclarar sus dudas.

Realmente los datos que ofrecen son llamativos y sin duda alarmantes. Si tenemos en cuenta que los conductores son una muestra de población general, afirmar que un 62% presenta una baja sensibilidad al contraste, precisa de un estudio que ofrezca la evidencia que indique si esa baja sensibilidad es “normal” o si se trata de una manifestación debida a una patología ocular, lo que nos estaría diciendo que un 62% de la población española padece una patología ocular. Y si nos centramos en el ámbito de la seguridad vial, sería muy interesante conocer si ese concepto de “baja sensibilidad al contraste” afecta a la conducción y claro está, si hace referencia a sensibilidad al contraste fotópica o mesópica.

Otro dato llamativo que aportan ustedes es el siguiente “un 58,4% de los conductores de la muestra lleva las gafas con la graduación inadecuada”. Es muy loable que reconozcan que los responsables de la corrección óptica de los defectos de refracción cometen errores hasta el punto de que más de la mitad de las personas a las que se les ha corregido su defecto, lo fue de manera desacertada. También es cierto, que podría deberse al periodo de vigencia del permiso, 10 años, que quizá debería ser menor y de esa manera ser evaluados en el CRC y en su caso derivados al especialista, solucionando de esa manera el problema que supondría más de la mitad de personas mal corregidas.

Finalmente, y si no es abusar de sus conocimientos, les pediría que nos aportaran la formación que han recibido los 1000 ópticos que participan en su campaña y que, según afirman ustedes, realizaran “test visual exhaustivo realizado por expertos en optometría que analiza todos los aspectos visuales que inciden de manera directa en la conducción”.

Desde los CRC estaríamos muy agradecidos si:
– Nos facilitan la bases científicas que les permiten analiza todos los aspectos visuales que inciden de manera directa en la conducción.

– Evitan que se siga corrigiendo erróneamente al 58% de los conductores.

– Elevan a los responsables del Reglamento de Conductores y del procedimiento evaluador los criterios, siempre basados en evidencia científica, que permitan actualizar el procedimiento evaluador y corregir los periodos de vigencia.

Les deseamos que su campaña de prevención alcance el nivel de eficacia y eficiencia esperado por ustedes.